Image and video hosting by TinyPic

   
  Resplandeciendo Sobre Fuego
  Predicas
 

Image Hosted by ImageShack.us"El corazón del justo piensa para responder; mas la boca de los impíos derrama malas cosas." (Prov. 15: 28)

"Detente y piensa muy bien en lo que vas a decir" parece ser el consejo del proverbista. Pues, realmente serían muchísimos los problemas que nos ahorraríamos si escuchásemos este consejo. Pero más seguido de lo que quisiésemos admitirlo dejamos que nuestra boca "derrame" palabras llenas de crítica y de murmuración, o quizás hasta insultos diversos que solo hacen daño al corazón de nuestros oyentes.

Pero amado, el llamado de Dios es a que seamos prontos para oír, tardos para hablar y tardos para molestarnos (Stgo.1:19). Porque hay palabras que son como golpes de espada, que dañan sin remedio, y que una vez que han sido dichas parecieran retumbar en los oídos produciendo inseguridad, amargura, tristeza, depresión y cosas semejantes. De hecho, muchas veces aunque pidamos perdón y seamos perdonados, aun así el dolor que hemos causado permanece. ¡Cuántos hijos andan por la vida acomplejados por causa de palabras que sus padres "derramaron" sobre ellos en un momento de ira! ¡Cuántos hombres y mujeres sufren por causa de palabras destructivas que han escuchado de boca de sus cónyuges! ¡Cuántos se sienten inseguros de sí mismos debido a críticas destructivas que han recibido!

Tú y yo hemos sido llamados a algo diferente y mucho mejor. Porque si bien la Biblia dice que hay palabras que "son como golpes de espada", por otra parte también dice que "la lengua de los sabios es medicina" (Prov.12:18). Es decir que si tú y yo aprendemos a hablar como Dios quiere que lo hagamos, nuestras palabras serán instrumentos de sanidad en los corazones de aquellos que nos escuchen.

Pensemos en esto por un momento. Tú y yo podemos ser los que le den fuerzas a aquél que no las tiene, al hablarle palabras de aliento; o podemos ser los que le ofrezcan palabras de amor a aquél que se siente tan rechazado que quizás hasta ha pensado en quitarse la vida; o inclusive inconversos sean atraídos a Cristo al ver como El ha transformado hasta la manera en que nos expresamos.

Hermano, si tú y yo nos disciplinamos a examinar todo lo que sale de nuestras bocas y a solamente decir las palabras que serán para edificación y bendición de nuestros oyentes, no solamente nos ahorraremos unos cuantos dolores de cabeza (a nosotros mismos y a los que nos rodean) sino que también nos convertiremos en instrumentos de Dios para sanar y fortalecer el corazón de nuestro prójimo. Además veremos un cambio inmenso en nuestras relaciones familiares, con nuestros amigos, con aquellos que no conocen a Jesús y hasta con nuestros enemigos. De hecho la Biblia dice que "cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él" (Prov. 16:7). Y me pregunto si esto tiene algo que ver con el hecho de que cuando queremos, de verdad, agradar a Dios, aprendemos a medir nuestras palabras y poco a poco comenzamos a dejar las expresiones ofensivas, las críticas y las malas respuestas, de manera que con el tiempo aun las peores relaciones que tenemos comienzan a mejorar gradualmente.

Amado, si aplicamos este proverbio a nuestras relaciones familiares, a nuestras amistades y al trato con nuestros enemigos, no dudemos ni por un segundo que nuestras vidas y las de ellos serán mejores, y lo que es mejor aun: ¡Dios será glorificado por medio de nuestro hablar cada día! ¡Amén! 

PODER PARA PERDONAR

Estaría mintiendo si dijera que es fácil perdonar. No, no es fácil perdonar a aquellos que nos han humillado. No es fácil perdonar a aquellos que han hablado mal de nosotros. No es fácil perdonar a un violador, a un esposo que maltrata, a una esposa infiel o a un padre que dejó el hogar para irse con su amante. Pero en el Señor tenemos el poder para hacerlo. Aunque a veces parezca completamente imposible, en El sí podemos perdonar genuinamente a aquellos que nos han herido, de la misma forma que en Cristo, Dios nos ha perdonado (Col. 3:13).

Lee detenidamente el siguiente pasaje:

"Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en las regiones celestiales" (Efesios 1:18-20, NVI).

Imagínate el cuerpo del Señor en la tumba. Ya ha estado muerto por tres días. De repente un gran poder, el poder del Dios Viviente viene sobre su cuerpo e inmediatamente sus ojos se abren y sus manos y pies comienzan a moverse. Por este mismo poder la roca que cierra la tumba es movida y ante la mirada de ángeles que cantan sus alabanzas Jesús sale de la tumba marcando el inicio de una serie de eventos que cambiarían para siempre el curso de la historia.

Considera que el mismo poder que levantó a Jesús de entre los muertos es el que habita en todos aquellos que hemos creído en El, por medio del Espíritu Santo. Es el Espíritu quien nos ayuda a hacer todas las cosas que Dios quiere que hagamos. Es El quien nos dará el poder para perdonar aun cuando sintamos que es imposible llegar a olvidar lo que se nos ha hecho. ¡En El sí podemos hacerlo!

Sin embargo, es muy importante que seamos honestos con Dios y que le digamos todo lo que hay en nuestros corazones. Lo maravilloso de ser un seguidor de Cristo es el hecho de que El sabe que somos débiles y promete darnos todo el poder que necesitamos para hacer su voluntad. La Biblia dice: “...mi poder se perfecciona en la debilidad." (2 Cor. 12:9). De manera que cuando sentimos que no podemos perdonar debemos confesarlo al Señor y pedirle que con su amor y su fuerza sobrenatural nos ayude a hacerlo. Pero es necesario que tomemos la decisión de perdonar al ofensor. Dios no lo hará por nosotros, sino que debemos comenzar el proceso tomando la decisión de perdonar aun cuando nos parezca que es imposible hacerlo. Puede que nos tome tiempo, pero luchemos con el deseo de guardar rencor hasta vencerlo; de otra manera el corazón herido dañará severamente nuestra relación con el Salvador.

Amado(a) perdonemos por fe. Es decir, que sin importar los pensamientos llenos de amargura que quizás vengan a nuestras mentes, siempre digamos: "Señor, tú me perdonaste cuando lo único que merecía era el infierno mismo. Yo sé que si no perdono a los que me han herido tú no me perdonarás (Mt. 6:15). He recibido misericordia de ti y tú quieres que muestre misericordia aun para con mis enemigos (Mt. 5:43-48, Lc. 6:36), así que por el poder y la gracia que hay en ti, yo decido perdonar al ofensor. Ayúdame a perdonar así como tú me has perdonado a mí. ¡Amén!" Quizás tengamos que hacer la misma oración muchas veces, pero estemos seguros que el Espíritu Santo estará trabajando en nuestros corazones, perfeccionando su poder en nuestra debilidad, derramando su amor sobrenatural en nosotros, llenándonos de compasión y dándonos la gracia para perdonar. ¡Gloria a Dios porque El realmente puede hacernos olvidar! (Génesis 41:51). La única pregunta es: ¿Estamos dispuestos a

 

Image Hosted by ImageShack.us
 
  Hoy habia 1 visitantes (2 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!  
 
Este sitio web fue creado de forma gratuita con PaginaWebGratis.es. ¿Quieres también tu sitio web propio?
Registrarse gratis